Mercedes Betancourt a la luz de las velas

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Bessie Rodríguez
Landestoy

El patrimonio intangible del futuro se cuece hoy en los calderos donde Mercedes Betancourt da forma a la cera de sus velas. Esta artesana de la Trinidad de hoy nos abre las puertas de su casa —de su vida, de su trabajo.

Durante su quehacer diario, Mercedes Betancourt Echemendía muestra una profunda delicadeza y mucha concentración. Por lo general prefiere trabajar después de la media noche para aprovechar la frescura de la madrugada. La tranquilidad del entorno le ayuda a desarrollar mejor la faena y espiritualmente se siente acogida, al mismo tiempo se le ocurren ideas novedosas. Para esta creadora no existe una línea particular, moldea lo que se le ocurre, no hay obstáculo en su trabajo que la limite a fundir una figura.

La artista respira profundo y comenta con una sonrisa: “este trabajo no es fácil”. El año 2005 marcó el inicio del camino para que las manos empezaran a desarrollar la habilidad en el oficio de la cerería. Se le ocurrió todo cuando se aproximaban los festejos del Día de las Madres y comenzó a hacer velas para regalar a los seres queridos.

Aunque cuenta que en determinado momento se documentó con especialistas y con determinados medios que le ayudaron a enriquecer sus conocimientos, el transcurso del tiempo y el estudio constante es lo que ha perfeccionado su
trabajo.

Mercedes Betancourt le agradece a la familia parte de sus inquietudes culturales. Su madre creaba adornos florales para el hogar y con el transcurso del tiempo le fue calando esa cualidad de artesana. Confiesa que la labor con la cera es bella y ama saber que su creatividad con las manos, el arte como forma empírica y el don que le ha dado Dios, dan muestra de su personalidad. Aquí prevalece la vocación, el carisma de la persona, el espíritu creador y el anhelo estético. 

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Exhibe con orgullo sus excelentes mercancías y nos revela disímiles formas y tamaños: cilíndricas, triangulares, cuadradas y torcidas… muchas son perfumadas con esencia de aceite de lavanda, fragancia de rosas y olor a cítricos como limón y naranja. Igualmente utiliza aromas de canela y laurel que muestran su encanto.

Las piezas lucen exquisitas decoraciones. Plasma por lo general flores con vivas tonalidades de colores, frutas para una cocina o adornos navideños donde acentúa el rojo, verde, blanco, dorado y plateado. Aprovecha los recursos naturales como el polvo del carbón, el yeso o la tiza, y unas tintas especiales de aceite, sin olvidarse del óleo y el acrílico.

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Sus velas son más que una fuente de iluminación para dar calidez a los ambientes. Se asocian a innumerables celebraciones y rituales. Sus elegantes cirios los podemos contemplar especialmente adornando la Iglesia Mayor y la capilla, en los días festivos de los santos patrones.

Emplea técnicas tradicionales heredadas desde hace aproximadamente 3000 años, una es el marmolado, que consiste en pintar la vela y con calor producirle una serie de vetas. La más recurrente es la de los palillos, en la que dispone de cepillos de alambre u otros accesorios que le permiten raspar.

En los trabajos también interviene Ramón Aragón, su esposo. Cuando los encargos son muy grandes es él quien hace la talla de las piezas, lo cual es mucho más complicado y trae consigo que tenga que rellenar y profundizar. Después, ella emplea varias horas en la terminación de los detalles.

Mercedes conjuga sus responsabilidades domésticas y su expresión creadora. Le gusta coser y tuvo una etapa en que se dedicaba a hacer manualidades para su hogar. Trabajó la naturaleza muerta utilizando semillas, hojas secas, conchas y piedras de playa.

El museo Romántico, en mayo de 2005, sirvió de sede a la inauguración de su primera exposición en homenaje a sus 25 años de matrimonio. Otra muestra combinó velas y lencería: el proyecto “Agujas”, de Trinidad, y Mercedes alumbraron Puntadas a la luz.

En diciembre de 2013 tuvo el placer de ser invitada a La Habana por el periodista Julio Acanda y fue en el centro cultural El Gato Tuerto donde mostró Luces de V siglos. Allí otorgó significación a los colores: el amarillo resaltó la cubanía de la virgen de la Caridad del Cobre; el azul lo dedicó a las aguas del mar Caribe; el blanco destacó la pureza de Trinidad; el negro rindió tributo a los negros esclavos y el rojo tierra, el campo surcado.

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Además, en enero de 2014, por las festividades de los 500 años de la fundación de Trinidad, fue invitada por el joven periodista y fotógrafo Carlos Luis Sotolongo a una expo fotográfica que llevó por título Peregrinación, en la que el anfitrión hizo una presentación de fotos antiguas y actuales de la ciudad.

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Un poco después, en mayo de ese mismo año, presentó junto a la renombrada ceramista Coky Santander, en el museo de Arquitectura, una expo-venta titulada Luminosidad y tierra. Allí, ambas creadoras dieron una mirada al pasado y se inspiraron trayendo al siglo XXI una original combinación de obras de arte de la cerería y la alfarería.

Al año siguiente, en la galería Tristá de nuestra Ciudad Museo, en homenaje al Día Internacional de la Mujer también fueron expuestas algunas obras muy particulares vinculadas a esa importante celebración.

Hay que resaltar que durante varios años consecutivos sus trabajos se han presentado en el salón de la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas (ACAA), con sede en la galería Benito Ortiz, donde en 2016 obtuvo el primer lugar.  

Sus auténticas obras artesanales y la amplia variedad de sus productos han viajado a Canadá, Italia, España, China y Estados Unidos, por lo que siente gran satisfacción y orgullo. Por su destacada trayectoria, reconocimiento y sobria experiencia, Mercedes Betancourt Echemendía tiene un puesto seguro en lo más alto de la pirámide del arte popular trinitario.

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1 respuesta

  1. Odalis Valdivia González dice:

    Bendecidas Manos, es hermoso el trabajo y el amor con que logras tanta belleza. ADORO las VELAS!

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