San Pedro: la riqueza de sus tradiciones populares

Patricia Lazo Rodríguez
María Antonia Turiño Pérez
Al suroeste del Valle de los Ingenios de Trinidad —en el siglo XVIII— negros libertos y pequeños colonos fundaron un asentamiento de arquitectura vernácula: San Pedro. Su núcleo histórico, compuesto por viviendas de embarrado y tabla, con cubiertas de guano y tejas, constituye uno de los mejores ejemplos de barrio tradicional cubano.
Allí, los pobladores se enorgullecen de contar su historia, sobre todo el porqué de su nombre. Sobre la llegada del santo patrón San Pedro, el promotor cultural del lugar, Pastor Torres Calderón nos comenta: «Desde Oriente vinieron unos católicos con la intención de trasladar el Santo hacia Trinidad, al pasar por nuestro poblado hubo un gran temporal y tuvieron que dejarlo, pero cuando regresaron por él, el pueblo no dejó que se lo llevaran».
Su carácter místico-religioso se refleja, además, en las fiestas populares tradicionales que celebran cada año: la del 3 de mayo, inicio de la primavera es conocida por todos como La Cruz de Mayo, y el 29 de junio, día de la procesión de San Pedro.
El iniciador de estas festividades se llamaba Heriberto Balmaseda, vestía una guayabera, sombrero de guano y machete paraguayo. Se bajaba de su caballo —adornado con hojas y flores de framboyán— y hacía de la cabalgadura, su pareja de baile. Los habitantes observaban esta costumbre y lo acompañaban con bailes y cantos, «tenían las características de las fiestas campesinas cubanas», relata Nodalina del Carmen Ortiz Sánchez, una lugareña nativa.
Hoy día, los moradores invitan a sus familiares de zonas aledañas y reciben personas de Trinidad, Sancti Spíritus, Camagüey, La Habana y hasta de Oriente. Hacen ferias en las cuales venden productos artesanales como escobas y sombreros de guano, sogas trenzadas, lencería y otros.
Además de esta festividad, celebran cada 30 de diciembre las costumbres propias de sus habitantes gracias a la familia Calderón Peña.
La ceremonia es una tradición familiar que se ha convertido en un festejo popular, «se realiza un pequeño toque religioso para el que se emplean instrumentos prestados, además de cubos plásticos, taburetes y en el cual participan creyentes de diferentes religiones afro-cubanas y toda la comunidad», precisa uno de los descendientes de esa familia.
Este poblado goza de una historia y cultura sorprendentes. Es por eso que la comunidad de San Pedro será uno de los escenarios del venidero Seminario Iberoamericano de Arquitectura y Construcción con Tierra. La Oficina del Conservador desde ya ha intencionado un sistema de visitas y proyectos de remodelación y mejoramiento de la imagen, velando por la salvaguarda del patrimonio local.
Es San Pedro una comunidad que engalana su arquitectura vernácula de riqueza espiritual al tiempo que sus habitantes contagian al visitante de humildad y sentido de pertenencia hacia el patrimonio material e inmaterial que han sabido conservar.