La vuelta al mundo en los poemas de Luis Martínez

Lorena Lorenzo Gómez

Lo que un año atrás fuera la rutina diaria Luis de la Luz Martínez, hoy es un recuerdo anhelado. Ya no va por las calles componiendo versos; lo hace desde el resguardo del hogar. El deseo de compartir su poesía fue lo que lo trajo hasta aquí. “Disfruto transmitir a las personas lo que sé, así que busco el modo más sencillo de procesar esos saberes para que lleguen a todos por igual, la poesía es mi forma de hacerlo”, nos revela un poco antes de encender las cámaras para la transmisión en vivo de En Diálogo con el patrimonio, evento del Centro de Documentación de la «Casa Malibrán».

Al comenzar nos cuenta de su niñez, cuando con apenas 12 años cambió lápiz y papel por los instrumentos para labrar el campo. Al término de su sexto grado se despidió de las aulas, pero no de los libros. “En casa había muchos por leer —cuenta Luis— todos eran de mi padre, un gran autodidacta, de él heredé mi pasión por la literatura”.

Siempre admiró la sabiduría popular de Feijóo y no olvida los versos de Guillén cuando dice: “¿Po qué te pone tan bravo, cuando te dicen negro bembón?”. La influencia de estos grandes maestros de la literatura cubana lo animó a escribir sus primeros versos.

Luis Martínez, el poeta de la carretilla de Trinidad.

Al igual que un niño, nunca deja de preguntarse el ¿por qué? de las cosas. La curiosidad y su apetito de conocimiento es insaciable. Siempre que lee encuentra un nuevo tema que investigar. La geografía y la historia lo fascinan, que conjugadas forman lo que es su arsenal poético. 

El entrevistador decide ponerlo a la prueba y Luis accede sin titubear. Escoger un lugar del mundo al azar para él describirlo formaba parte de su día a día: “Estoy un poco oxidado” —nos confiesa. Antes de ir a sus notas busca en su memoria y sorprende cuando dice: “Granada como no, una de las 8 provincias de Andalucía”. Luis lo describe como si hubiese estado allí, con los detalles poco conocidos pero asombrosos, incluso para viajeros oriundos de esas tierras.

Entonces cuando crees que no podía ser más sorprendente se dirige a sus manuscritos… son tantos los papeles, que resulta difícil encontrarlos y va descartando los resultados: Málaga, Sevilla… —dice en voz baja mientras busca. Pero él sabe el tomo y la página exacta de un poema que pudo haber escrito 20 años atrás.

Luis, el poeta carretillero, conserva su obra manuscrita en decenas de cuardenos que guarda con recelo. Foto: Lorena Lorenzo Gómez.

Declama la décima y la reacción no puede ser más que aplaudir y, ante la ovación, en su rostro se dibuja una sonrisa. La sencillez de su persona es la misma de su verso, sobrio, sin grandilocuencia ni palabras altisonantes. Una poesía didáctica, que enseña, que incluso divierte. La grandeza de su saber va mucho más allá de esas nimiedades, la humildad con que escribe cada letra hace su verso único. 

El poeta atesora con recelo los cuadernos escritos por su puño y letra. Las hojas amarillas por los años y gastadas por la constante búsqueda son la evidencia de su genialidad.

Luis nos confiesa cómo se emociona cada vez que alguien se acerca a él en busca “del poeta de la carretilla”, ese conocedor de la geografía del mundo, para escuchar lo que sabe acerca de su país.

Lo consuela saber que en cualquier lugarcito del mundo puede haber una de sus poesías. Por eso, dice, no le teme a la muerte. Teme por la pérdida de sus memorias, la obra a la que ha dedicado toda su vida. Nuestra deuda es compilarlas.

Terminó la trasmisión. Los trabajadores de la «Casa Malibrán» y un teléfono eran el único público. Lo que Luis no imaginaba era que del otro lado de la pantalla estuvieran miles de personas enviándole su afecto. Sin dudas es una de esas personas que se quedarán por siempre en nuestro imaginario popular. Muchos lo fabularán, y contarán de aquel poeta, que iba con su carretilla y la imaginación, trasladando versos de un lugar a otro del mundo.

Casi finalizando el encuentro, Luis improvisó una décima en agradecimiento a los trabajadores de la «Casa Malibrán». Foto: Lorena Lorenzo Gómez.

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1 respuesta

  1. Ana dice:

    Saludos para Luis, nos conocimos por casualidad en la villa de Trinidad, cada vez que paso por ahí trató de verlo.

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