La justicia social en los discursos de José Martí

Foto: Archivo «Casa Malibrán»

María Antonia Turiño Pérez*

La justicia social, como bien expresó Naciones Unidas en el año 2007 —cuando se proclamó el 20 de febrero como su Día Mundial— es un principio fundamental para la convivencia pacífica y próspera y constituye el núcleo de nuestra misión global para promover el desarrollo y la dignidad humana. Al acercarnos al pensamiento martiano a través de su oratoria podemos profundizar en los problemas sociales desde su idear y en cuál era el futuro que deseaba para Cuba, América y el Mundo.

«Todavía tiene oficio la palabra, si en vez de ir disponiendo, en un país heterogéneo y de constitución democrática, el triunfo efímero de una casta arrogante sobre un pueblo hambriento de justicia real y empleo libre de las fuerzas que le cuesta tan caro conseguir… ¡Todavía tiene oficio la palabra para recoger de esta noche hermosa, y levantar como estandarte blanco, la declaración de que no nos animan odios ciegos contra el español, ni hemos de continuar esclavizando con nuestras preocupaciones al hombre negro que redimimos ayer con nuestra bravura, y murió a nuestro lado, no con menor gloria ni mérito que nosotros, por conquistar, para ellos y para nosotros, la libertad!» 

(Discursos, José Martí, 1974).

Una vez más nuestro Héroe Nacional demuestra la profunda vocación de justicia que poseía. Fueron muchas las ocasiones en las que se pronunció en contra del problema de la justicia social y así lo evidencia en sus discursos, a través de tres aristas fundamentales: el desprecio por la desigualdad social, la libertad en oposición a la esclavitud y la inclusión en contra del racismo.

El Apóstol defendió fielmente la idea de que no existe justicia sin democracia, pues sin esta última los pueblos carecen de lo fundamental que necesita la sociedad para lograr bienestar y sus propósitos: la justicia social y la participación libre e igualitaria de todos los ciudadanos de su país.

El 24 de enero de 1880, Martí acudió a la reunión más importante de emigrados cubanos en New York, llevada a cabo hasta ese momento. En la sala del Steck Hall, José Martí se convirtió en la figura principal de la emigración revolucionaria.  En ese discurso se encuentran incluidos varios de los conceptos que animaron durante muchos años su lucha. Expresó entonces:

«Ignoran los déspotas que el pueblo, la masa adolorida, es el verdadero jefe de las revoluciones… Pero en cuanto, por propia debilidad, desoyen la encomienda de su pueblo, y asustados de su obra, la detienen; cuando aquellos a quienes tuvo y eligió por buenos, con su pequeñez lo empequeñecen y con su vacilación lo arrastran, ̶ sacúdase el país altivo el peso de los hombros y continúa impaciente su camino, dejando atrás a los que no tuvieron bastante valor para seguir con él… La libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio…Los grandes derechos no se compran con lágrimas, sino con sangre». 

(Discursos, José Martí, 1974)

Se refirió a la importancia que poseía la justicia en la consecución de sus fines independentistas, le otorgó incluso un valor superior con respecto a la unidad y en ese sentido afirmó que estando todos juntos, vencerían.

Desde que era un niño, Martí siempre estuvo en desacuerdo con la esclavitud, sufría los maltratos recibidos por los negros esclavos como si fuera en carne propia. Su pensamiento se fue forjando con un sentimiento de hermandad hacia el negro, de igualdad social, es por esto que se manifestó en diversas ocasiones en defensa de la justicia social a la que también tienen derecho estos seres humanos. En su lectura en el Steck Hall también se refirió a esa problemática, señaló que a muchas generaciones de esclavos tuvo que suceder una generación de mártires. Reconoció la valentía con la que lucharon estos negros por intereses comunes con los mismos blancos que los esclavizaban, tal es el caso de Carlos Manuel de Céspedes, quien liberó a sus esclavos y los invitó a luchar por la independencia de esta que también se convertiría en su Patria.

Martí sabía que la esclavitud sería de una vez enfrentada y eliminada por los esclavos, los que se rebelarían por la justicia social y empezarían una lucha que los blancos no se atrevían a iniciar. Opinaba que aquellos sin el valor para sacrificarse, por lo menos debían tener el pudor de callarse por quienes se sacrificaban.

También enfatizó en que el esclavista aprovechó el tiempo para alcanzar grandes riquezas, notorio poder económico, hacerse fuerte. Mientras, el esclavo trabajador se hacía más pobre, más débil; por eso en el Juramento de los héroes expresó:

«El amo insolente ha empleado en fortificarse los años que el siervo tímido empleaba en desunir sus huestes y en destruir sus fortalezas.» 

(Discursos, José Martí, 1974)

Durante el periodo que estuvo en el presidio, Martí vio todo tipo de injusticias y torturas a las que fueron sometidos los hombres que junto a él se encontraban. Sufrió el dolor de los niños que eran mandados a estas prisiones injustamente y maltratados. Padeció grandes angustias debido a las condiciones inhumanas en las que se encontraban, más que por él, por esos niños, hombres y ancianos. A pesar de esto siempre vivió en él la esperanza y la transmitió a todo aquel que fue su amigo, sus ojos siempre añoraron la puerta abierta por una libertad. Sobre esto también reflexionó en su lectura en el Steck Hall:

« ¿No habrían sacudido rudamente el alma lacerada de los esclavos infelices? ¡A todo cegarán los tristes presos, menos a la ancha puerta que se abre para acelerar su libertad!».

(Discursos, José Martí, 1974)

Martí combatió el prejuicio racial con agudeza política y discernimiento revolucionario, para predicar la necesaria unidad, descomponiendo la campaña del partido de la reacción y de sus agentes reformistas. Siempre mantuvo una actitud de respeto a las razas, decía que el hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza u otra; que el negro, por ser negro, no es inferior ni superior a ningún otro hombre. Defendía que en el negro no hay culpa aborigen, ni virus que lo inhabilite para desenvolver toda su alma de hombre.

Se manifestó y operó contra el prejuicio racial, contra la opresión y la explotación, por la democracia y la libertad. Su pedido eterno, su invocación más alta a todos los cubanos fue a la unidad… ¡juntarse es la palabra de orden!, esta fue su consigna, sin importar raza, género o nivel intelectual.

Nunca aceptó la aplicación de esa política de diferenciación y odio entre negros y blancos, por eso criticó a todo aquel que seguía este criterio. Para él todos los hombres eran iguales y compartían los mismos derechos. Se refirió al amor fraternal y paternal entre negros y blancos, presente entre personas para las cuales no existía diferencia alguna de color entre sus pieles, que luchaban juntos por una causa común, más que como amigos, como familia.

Según lo expresado en los discursos, para José Martí la justicia social se encuentra en una sociedad donde haya igualdad de derechos, donde no exista la esclavitud y el negro no sea discriminado, en un país en el que no se trate injustamente a los más desfavorecidos y humildes, donde los ciudadanos se traten por igual y como familia.

*Licenciada en Letras.

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