Declaratorias de Trinidad: una oportunidad para el desarrollo local

Por: Claudia Rebeca Guzmán Calzada*
Las declaratorias de Trinidad como Patrimonio Mundial en 1988 y Ciudad Creativa en Artesanía y Artes Populares el 30 de octubre de 2019 —otorgadas por la Unesco— unidas a la condición de Ciudad Artesanía del Consejo Mundial de Artesanías —del 15 de septiembre de 2018— convierten el patrimonio, la cultura y la creatividad trinitaria en un referente a escala global y ofrecen una oportunidad excepcional para su desarrollo local.
Uno de los criterios que sustenta la condición de Patrimonio Mundial es el de “constituir un ejemplo eminente de un hábitat humano tradicional, representativo de una cultura, y vulnerable bajo los efectos de mutaciones irreversibles”.[1] Al mismo tiempo, las condiciones de Ciudad Artesanía y Ciudad Creativa están sustentadas en la larga historia y tradición de las manifestaciones artísticas y manuales en el territorio. La primera, basada solo en las labores de la aguja y la segunda, en todas las manifestaciones artesanales y las artes populares.
Las manualidades trinitarias desde sus inicios se convirtieron en fuente de vida y belleza que se transmiten de generación en generación, asumidas con un sentido de pertenencia tal que, aun adquiriendo nuevas expresiones, no pierden su esencia. La producción manufacturada de la época colonial tenía mayormente fines utilitarios y ornamentales, pues las piezas artesanales no podían enajenarse de su función natural de uso y tampoco de su condición de portadoras de valores culturales y estéticos. Según Cristina González Béquer, investigadora del tema, “la noticia más antigua que se conoce sobre la presencia de las manualidades en la villa trinitaria, se encuentra en un documento fechado en 1520 cuando un mercader asentado en la misma recibe como pago 4 700 maravedíes por un tejido de terciopelo traído desde Sevilla, y otro que data de 1587 cuando aparece un anuncio donde un vecino de la villa nombrado Cristóbal Martel ofrece mercadería propia para obras de lencería, cordones de seda, botones, cintas, hilos y agujas”.[2]
Las labores artesanales iniciadas en la Trinidad colonial se convirtieron en tradición y cultura de nuestro pueblo. La utilización del barro con el que se dio forma a las tejas criollas que cubrieron los techos, la forja del hierro presente en los bellos elementos de herrería trinitarios y los techos de maderas preciosas, decorados con las más exquisitas técnicas, evidencian el oficio y la manufactura de aquellos artesanos y artistas de la otrora villa que transmitieron sus saberes y sirven de guía a los excelentes artesanos que hoy la representan.
Trinidad cuenta con un capital humano muy creador, fortalecido por instituciones educativas y proyectos socioculturales como “Entre Agujas”, “Entre hilos, alas y pinceles”, “Siempre a Mano” y “Urdimbre”, los cuales están dirigidos principalmente a la enseñanza de las labores de la aguja a mujeres y hombre, niñas y niños, y personas con discapacidad, para que puedan hacer de ello su oficio.
Todo lo anterior convierte a Trinidad en la primera ciudad en el país en obtener estos reconocimientos que hacen honor a la creatividad como un factor estratégico del desarrollo sostenible en lo que respecta a los aspectos económicos, sociales, culturales y ambientales. Además, la ciudad adquiere el compromiso de compartir mejores prácticas, desarrollar asociaciones que promuevan la creatividad y las industrias culturales, ampliar las oportunidades para creadores y profesionales del sector y fortalecer la participación de los ciudadanos en la vida cultural.
Es por ello que se integró la cultura en los planes de desarrollo urbano del territorio, como parte de la instrumentación de los objetivos que la Unesco patentiza en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la Nueva Agenda Urbana, para lo cual se tuvo en cuenta sus principales premisas: igualdad, inclusión, accesibilidad, diversidad, cultura y otros servicios, todos en función de una ciudad sustentable.
La actual industria artesanal en Trinidad es considerada como un fenómeno sociocultural, reconocido por su alcance geográfico y económico que trasciende fronteras. Es el eslabón de encadenamientos económicos que favorece el desarrollo local e impulsa otros aspectos de la creación. Por ejemplo, luego de la declaratoria de Ciudad Artesanía aumentó la comercialización de las confecciones artesanales nacional e internacionalmente y se reportó en el año 2019 una ganancia general en el sector privado de 100 473 839.00 CUP mientras que el sector público generó un monto de 81 456 763.00 CUP[3]. Estas cifras tuvieron un impacto socio-económico en la comunidad, traducido en la mejora de la calidad de vida de los más de 1070 artesanos que trabajan tanto de manera independiente como en las empresas estatales.
A ello se le puede sumar la visibilidad y reconocimiento internacional de Trinidad y sus artesanías, evidenciado en la participación en eventos nacionales e internacionales como la Feria Internacional de Artesanías de Cuba (Fiart), Feria de Expoartesanías de Bogotá en 2019; Feria de Guadalajara, México, en 2019, entre otras. muchas oportunidades se han abierto a nuestros creadores pero no se han podido completar debido a la actual situación sanitaria. Se aplazó, debido a la COVID-19, la participación en convocatorias tales como la Bienal de Jinju, Corea, de 2020 y el Premio Guangzhou 2020.
Estas declaratorias también han potenciado el interés de algunas de las instituciones de la localidad en el desarrollo de la creatividad. La Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios, como entidad líder de conservación y gestión del patrimonio cultural, ha decidido incorporar los enfoques de industrias creativas en las políticas y estrategias de los planes de manejo del Centro Histórico y el Valle de los Ingenios, partiendo de la puesta en valor de la cultura y los modelos de industrias creativas experimentados con éxito en ciudades europeas y latinoamericanas.
Basado en lo anterior, esta entidad desarrolla un Plan de Acción donde intervienen diferentes actores del territorio (agentes culturales y económicos, públicos y privados, y población residente) como eje central para una gestión cultural. Entre ellos destaca un gran proyecto que pretende crear un encadenamiento productivo en la artesanía donde se generen los materiales necesarios para la producción de lencería mediante la construcción y montaje de un telar, se formen capacidades en las diferentes técnicas de la aguja: dígase tejido, bordado, deshilado, corte, costura y confección con la creación de talleres dirigidos a todas las edades y se construya un palacio de la artesanía en la ciudad y otro en el Valle de los Ingenios en los que se comercialicen tanto los productos emanados del proyecto como los de otros artesanos de la ciudad. Se aprovecharía así la mayor afluencia de visitantes interesados en el turismo cultural y las industrias creativas, otra de las oportunidades que nos brindan dichas distinciones.
Por otro lado, formar parte de la Red de Ciudades Creativas de la Unesco nos compromete a cooperar e intercambiar nuestros saberes y mejores prácticas con otras ciudades de la Red, oportunidad para la búsqueda de nichos de mercado en los cuales la artesanía trinitaria pueda tener ventaja comparativa y ser competitiva a nivel internacional, lo cual propiciaría un desarrollo sostenible que sea revertido en beneficio para el territorio.
*Especialista en Investigación Social de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios.
[1] Declaratoria de Patrimonio Mundial, diciembre de 1988.
[2] Cristina González Béquer, Hecho a Mano en Trinidad de Cuba. Ediciones Echerri y Asociados, Nueva York 2014. Referencia Documentos del Archivo Histórico de Trinidad.
[3] Datos calculados según cifras de informes brindados por la ONAT y las empresas del territorio a la Oficina del Conservador de Trinidad.
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