VISUALES: Por los límites de Osley Ponce

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Atner Cadalso*

Osley Ponce discursa sobre un escaso grupo de contenidos que son ya leitmotiv en su carrera artística: el valor relativo de las ideas, las palabras y el vacío, la permanencia de la memoria y el olvido. Sin embargo, su obra, apegada a temas verdaderamente complejos y nada complacientes con el espectador, carece de la frialdad habitual que apreciamos en muchos artistas que tocan temas parecidos; la simplicidad y elegancia de diseño y la preferencia por objetos y materiales fácilmente reconocibles, otorgan a su obra una calidez de indiscutible humanismo.

Osley Ponce interactúa con su obra, titualda satíricamente «Guillotina Despichurradora».

Aunque casi siempre apegado a obras tridimensionales, su poética recurre a formatos y técnicas de factura heterogénea y múltiples en significado. El cerdo como animal icónico de la comida nacional o el anónimo perro callejero; los omnipresentes lápices modelando estructuras inverosímiles o las instalaciones agitadas a través de motores invisibles, cual angustiosos “perpetuum mobile”, todo su trabajo se erige en una concisa y aguda exploración sobre lo posible y lo real; sobre la libertad y la predeterminación de las acciones humanas.

Estructurada como un contrapunteo entre bidimensionalidad y volumen, estatismo y movimiento, este juego de sutilezas entre espacios, imágenes y textos y una meditada belleza formal requiere de la participación activa del espectador, de su inmersión diligente y sin prejuicios en cada obra. Después de todo, este artista, a través de su profundo y fatigoso trabajo en los rincones de la realidad, también está hablando de nosotros mismos.

* Curador y crítico de arte

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