Trinidad recuerda a sus mártires

Patricia Lazo Rodríguez
Ya han pasado 63 años de la hazaña cometida el 2 de diciembre de 1958 y todavía golpea con dolor la partida física de patriotas independentistas que dieron su vida por la causa revolucionaria. Ese histórico día —en que las fuerzas rebeldes trataron de tomar la ciudad agobiada por las tropas batistianas—fallecieron los combatientes revolucionarios Francisco Cadahía Benavente, Ibrahín Guinart Díaz, Carlos Echenagusía Peña, Anastasio Cárdenas y Agustín Bernal.
Hoy, son recordados como mártires de la historia local; meritorios de toda la admiración y respeto de los trinitarios. Por ello, cada año los niños, adolescentes y jóvenes acuden desde sus escuelas a las tarjas que honran la memoria no solo de estos combatientes, sino de cada uno de los que dieron su vida por la causa justa en la ciudad. En el homenaje se colocan flores, en representación de gratitud y reconocimiento.
El estudio realizado por la investigadora social Claudia Elena Valdivia para el proyecto Ruta Patriótica expone datos relevantes de estos mártires. A continuación, se detallan brevemente algunos de sus datos biográficos.
El destacado Carlos Echenagusía Peña, integrante de una célula del Movimiento 26 de Julio en Trinidad, apoyó la huelga de los azucareros donde los miembros de la Unión de Estudiantes de Segunda Enseñanza a la que pertenecía tuvieron un papel protagónico. En 1950 se afilió a la Juventud Ortodoxa fundada por Eduardo Chibás y participó en el movimiento revolucionario que dirigió el profesor Rafael García Bárcena.
Otra personalidad que se ganó el respeto de los trinitarios fue FranciscoCadahíaconocido como Paquito. Se alzó en las montañas del Escambray, luchó en la clandestinidad repartiendo proclamas, trasladando armas y cumpliendo las misiones que le asignaron.
Anastasio Cárdenas y Agustín Bernal formaron parte Movimiento 26 de julio, y posteriormente se incorporaron al Ejército Rebelde en el Escambray y en el asalto en Trinidad donde caen heroicamente luchando contra fuerzas de la tiranía batistiana.
Ibrahín Guinart Díaz —Piro como le llamaban sus amigos de lucha— se puso en contacto con núcleos revolucionarios dando continuos viajes a Trinidad con la misión de incorporar, a la juventud trinitaria, a la lucha armada.
Estos compatriotas se desempeñaron significativamente en el Escambray, enérgicos y valientes mostraron sus ansias de lucha y libertad. Claudia Elena Valdivia alude que “a pesar de que no lograron conocer el triunfo de la Revolución que se avecinó al mes de su partida, los sueños y empeño no fueron en vano, pues la revolución no olvida, ni abandona a sus hijos. Por el contrario, hoy honramos su memoria y las nuevas generaciones siguen su ejemplo”.