Poesía en las Callejas de Trinidad

Foto: Lorena Lorenzo Gómez

«En Diálogo con el patrimonio» presentó el pasado 5 de marzo a los fundadores del proyecto cultural-editorial Callejas en entrevista exclusiva. Sobre la trayectoria y futuro de sus libros manufacturados, la confección de nasobucos poéticos y más, conversaron por alrededor de una hora.

En 1999, el poeta uruguayo Mario Benedetti aseguró a El País que «la poesía es el alma del mundo». Y ese mundo cabe también en los viejos callejones de la pequeña ciudad de Trinidad, donde un grupo de jóvenes artistas hacen de la poesía el eje de su creación.

«Pero no tal cual la entendemos en un poema solamente, sino la que proviene de todas partes, de todas las manifestaciones del arte, de la gente», sentenciaron Adriana Rivero Martínez y Darién Peña Prada sobre el proyecto cultural-editorial Callejas, que les ocupa el tiempo a lo largo de los últimos 5 años de su vida como creadores y pareja.

De esta manera sellan su declaración de principios acerca de esta propuesta de creación de libros manufacturados cuyos lanzamientos imbrican las artes plásticas, la trova y el performance en la divulgación de la obra de escritores locales.

El proyecto, no obstante, cuenta con dos integrantes más: José Brito y Andrés Castellanos, director artístico y realizador audiovisual, respectivamente. Ellos insisten en reconocer una red de colaboradores «sin los que fuera imposible crear ese espacio para la difusión de la poesía desde estéticas no convencionales y de unidad entre artistas e intelectuales de Cuba».

Su estética es la del arte underground y su concepto le hace un guiño singular al patrimonio trinitario: «Nuestra casa se encuentra en una calle pequeña, como las que abundan en la ciudad, llenas de magia. Creemos que las cosas pequeñas también pueden ser muy impactantes y por eso nos hacemos llamar Callejas», cuenta Adriana.

«Trinidad es un tema recurrente por supuesto —prosiguió. Eso lo hemos patentado sobre todo en la peña El fantasma azul, en colaboración con el Centro de Interpretación de la Ciudad. Es un espacio fundamental para mantener nuestro trabajo vinculado al amor por la cultura local».

Durante la transimisión en vivo de la entrevista —iniciativa que ha asumido el evento En diálogo con el patrimonio— los fundadores de Callejas ofrecieron un performace: Darién Peña recitó un poema de su autoría acompañado con un tambor de origen folclórico argentino ejecutado por Adriana Rivero. Foto: Lorena Lorenzo Gómez.

En el principio era un Joven Club de Computación. Allí trabajaba Darién, informático de profesión, aunque poeta de oficio. Descubrir un día su disco duro roto, donde almacenaba buena parte de sus referencias literarias de cabecera, le hizo buscar formas imperecederas de almacenar sus libros: imprimirlos bajo sus propios cánones creativos. Así, junto a Adriana, que es actriz, concebía la génesis del proyecto que, sin embargo, no nació hasta que varios de sus amigos les dieron verdadero aliento para fundarlo.

«No obstante, Callejas se debe a un insigne poeta de la ciudad: Héctor Miranda Reguera. Asumimos como un compromiso dar a conocer su obra a amigos y familiares. Nunca pensamos que así trascendería nuestro proyecto hasta lo que es hoy. Pero ese fue el detonante para concebir todo: la manera en que queríamos hacer lucir el libro, la forma de regalarlo y presentarlo evitando el clásico conversatorio», cuenta Darién.

Una media de 200 ejemplares suelen hacer para cada lanzamiento. Pero su obra va más allá y trasciende las fronteras de Trinidad. De hecho, uno de los pilares del proyecto se encuentra en la sinergia creada con el mundo cultural de Santa Clara en el que los músicos de la Trovuntivitis devienen colaboradores asiduos. Algunos de sus recuerdos más placenteros vienen del lanzamiento de la revista Al Pecho, cuando fueron invitados por primera vez al festival de la trova Longina. Alrededor de 100 obras originales de artistas plásticos les fueron donadas a la revista la cual incluyó poemas de escritores como Alexis Díaz Pimienta, Sergio García Zamora, entre otros muchos.

En cada tirada editorial, los ejemplares tienen diseño único y son numerados. Sus destinos van desde familiares y amigos hasta bibliotecas, instituciones o personalidades de la cultura. Foto: Lorena Lorenzo Gómez.

El universo poético de Callejas ha trasmutado a dos colecciones: Sueltos, para poner en cualquier soporte ligero un poema o una frase, y regalar a las personas que no alcanzan los libros; y El SolDado, como cancionero. También ha trascendido en escenarios nacionales como los talleres para adolescentes en la Casa de la Poesía de La Habana y, últimamente, se ha quedado en casa, confeccionando nasobucos. Esto último, un verdadero oasis en la vida de ellos cuando la naturaleza de los lanzamientos de sus libros se ha visto comprometida.

«Estamos tratando de que el nasobuco no sea recordado como una prenda de dolor sino de poesía, de belleza y del logro de vivir por encima de la pandemia, de encontrar lo hermoso incluso en momentos difíciles. Por eso es que le incorporamos el verso de un poeta, lo cual es, en definitiva, el alma del proyecto», cuenta Adriana.

Los nasobucos poéticos de Callejas tuvieron representación en la más reciente edición del festival de la trova Longina, de Santa Clara, que se efectuó vía Internet. Foto: Lorena Lorenzo Gómez.

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