Museo de Arqueología Guamuhaya: nuestro pasado entre muros.

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Ysabel
Muñoz Martínez

El Museo de Arqueología Guamuhaya, salvaguarda del legado arqueológico de Trinidad, arriba este 15 de mayo a su aniversario 44 de fundación con la premisa de continuar al servicio de la investigación y divulgación del pasado prehispánico del territorio, aunque hoy, sus valiosas colecciones, sus estudios sobre la industria azucarera y su muestrario se encuentran resguardados ante las medidas de protección que impone la COVID19.

La organización y dirección del museo durante la década de los setenta estuvieron a cargo del distinguido arqueólogo Alfredo Rankin, que fue sucedido por figuras como Silvia Teresita Angelbello y Gloria Arrechea Malibrán. Esta última, en la actualidad, combina sus funciones de especialista principal del centro con las responsabilidades como delegada a la Asamblea Municipal del Poder Popular.

El Museo de Arqueología y Ciencias Naturales, como primero se conoció, ha ofrecido un amplio aporte social en la comunidad trinitaria con la apertura de su portal a exposiciones, conciertos, conferencias y presentaciones especiales como las del proyecto editorial Callejas y el medioambiental Tú también puedes ayudar con snorkeling. Así, patenta el interés de aunar su vocación de rescatar la cultura y el patrimonio natural.

La calma que usualmente se respira en sus salas interiores encubre el activo quehacer de especialistas como Diana de la Calle, inmersos en el estudio de archivos sobre la poco conocida presencia germánica y francesa en Trinidad, por ejemplo. También se llevan a cabo otras tareas como las intervenciones de sitios arqueológicos en el Valle de los Ingenios en colaboración con la Oficina del Conservador, levantamientos arqueológicos en sitios claves del litoral y labores de reforestación en correspondencia con el plan de acciones de la Tarea Vida.

El inmueble, conocido también como Casa Padrón, deviene uno de los más icónicos de la ciudad, al ubicarse en el corazón del Centro Histórico, justo donde se entrecruzan las calles Desengaño y Real del Jigüe. El edificio cuenta la historia del poderío azucarero en el territorio con sus sucesivos propietarios, como Ángela Borrell y Padrón, cuyas iniciales aún decoran los grandes ventanales de hierro.

Del año 1803, se recuerda la visita del distinguido naturalista Alexander Von Humboldt, inmortalizado en un busto de exquisita terminación en el patio central del inmueble. La estatua parece atestiguar la evolución de un museo que, como lo hiciera este alemán, se consagra a la ciencia y el descubrimiento.

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