Tornapunta: el devenir de nuestra revista (Tomado de la revista Tornapunta No. 15, página 12)

Foto de la portada Revista Tornapunta No. 15

Hoy 3 de agosto se conmemora el día de la imprenta en Cuba. Orgullosos de la revista Tornapunta de la Oficina del Conservador de Trinidad, le invitamos a la lectura del siguiente artículo tomado de la revista No. 15, página 12, donde el autor Víctor Echenagusía Peña expone que «sus gestores la consideraron un homenaje, en primer lugar, a la inauguración en 1820 de la imprenta en Trinidad»

Foto del artículo de la revista Tornapunta No.15, página 12

VÍCTOR ECHENAGUSÍA PEÑA

La gestión y manejo de los bienes que conforman nuestro patrimonio material e inmaterial ha transitado por diferentes etapas desde los primeros años del triunfo revolucionario. La creación de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios en 1997 conjugó las experiencias acumuladas desde los años 40 y 50 del pasado siglo por la Asociación Pro-Trinidad liderada por el Historiador de la Ciudad Manolo Béquer, junto a las acciones que realizara su sucesor Carlos Joaquín Zerquera y los novedosos métodos introducidos por el Museo de Arquitectura en 1979.

En febrero de 1998 el Departamento de Investigaciones Aplicadas de la Oficina inició la publicación del boletín Jurabaina. De este modo, cuarenta años de silencio editorial fueron rellenados, en alguna medida, con la aparición de una gacetilla que, con una frecuencia bimestral y un formato concebido a la manera de los folletines o suplementos de algunos diarios de principios del siglo XX, logró insertarse en espacios socio-culturales de Trinidad.

Sus gestores la consideraron un homenaje, en primer lugar, a la inauguración en 1820 de la imprenta en Trinidad, acontecimiento que favoreció la impresión de La Corbeta Vigilancia (más tarde El Correo) publicación periódica local que dio inicio al periodismo de la región central en el siglo XIX; y a todos los que hicieron de la prensa escrita un sacerdocio de la información a todo lo largo del siglo XX.

La joven publicación orientaba su perfil editorial hacia la amplificación del valioso esfuerzo desplegado por varias generaciones de trinitarios en la salvaguarda y restauración del patrimonio edificado, iniciativa esbozada desde la década de los años 60, que colocó a la ciudad en un lugar muy privilegiado dentro del sistema de la cultura en nuestro país en momentos de gran complejidad política.

El tiempo enrumbó al boletín hacia la necesidad de ampliar el número de sus páginas, optimizar la visualidad con un mejor soporte y empleo de una paleta de color más amplia. Como resultado de estos análisis, sometidos a fuertes debates conceptuales dentro del consejo editorial —liderados inicialmente por Lizbeth Chaviano y Yansert Fraga— se encargó al diseñador Víctor Daniel Echenagusía Angelbello la maquetación de lo que en muy poco tiempo se convirtió en nuestra revista. Ponerle nombre y bautizarla fue, de igual forma, una tarea harto difícil pues debía englobar en sí misma todo el concepto y el objeto social de la publicación. Finalmente, triunfó la propuesta de llamarla aludiendo a un elemento arquitectónico distintivo de la ciudad: el alero de tornapunta. En el año 2007 vio la luz su primer número como un justo reconocimiento al décimo aniversario de la Oficina del Conservador de Trinidad y el Valle de los Ingenios.

Entre los objetivos que se plantearon para la revista se encontraba, en primer orden, la urgencia de construir un puente de comunicación con el público trinitario, cada vez más necesitado de información amena, sobre los más apremiantes temas del acontecer sociocultural de la ciudad involucrada en uno de los procesos de protección más sistémicos de todos los tiempos. En las palabras de presentación de su primer número la directora general, ingeniera Leidys Hernández, comentaba:

Tornapunta, inspirado en su acepción de reciprocidad y convergencia, deviene título para la revista fruto del esfuerzo de prestigiosos especialistas que han trabajado con entrega y pasión para que este proyecto cobije a todos los amantes del conocimiento y la cultura. Palabra que nombra además a un alero de la arquitectura colonial trinitaria, pretendemos que, convertida en publicación, sirva de puntal y contribuya al enriquecimiento mutuo de viejas, actuales y futuras generaciones.

Más adelante, brindaba sus páginas como un «espacio abierto a todos los que deseen colaborar en ella». Fue así como en muy poco tiempo el consejo editorial contó con un importante «colchón» de artículos firmados por estudiosos de diferentes especialidades humanísticas. Sus jóvenes voces abordan un amplio diapasón de artículos desde un pensamiento de hondo sentido renovador, que hurga en el pasa- do de una ciudad que resiste por sí misma los peligros del colapso.

La selección de sus artículos, deposita- dos sobre un soporte de elegante y funcional diseño, donde el espacio en blanco cobra un papel protagónico en la óptima visualidad del emplane, ha merecido la crítica favorable de importantes editores de publicaciones homólogas dentro y fuera del país. Sobre la publicación el dibujante Ramsés Morales, fundador y colaborador, ha expresado:

Tornapunta, cual apuntalador del siglo XIX, se diseña como el alero de elegante y refinada forma para proteger la casa y al trinitario del abrasador sol caribeño, hace de comodín para presentar una ciudad que se debate entre preservar sus valores y convivir con un presente complejo y lleno de retos.1

Efectivamente, Trinidad es hoy no sola- mente una ciudad histórica, las dinámicas sociopolíticas y económicas actuales han rectificado su traza para el presente y hacia un futuro de muy altas potencialidades como un destino turístico. Esta fortaleza, sin lugar a dudas, traerá aparejada la necesidad de replantearnos nuevos enfoques en el trabajo de concientizar y persuadir sobre la urgente necesidad de medicinar las lesiones que atentan contra la integralidad del Centro Histórico.

A la revista Tornapunta, por lo tanto, le corresponderá mantener ese diálogo permanente con el pasado para proyectar mejor el presente y el futuro, y convertirse, por derecho propio, en un referente de obligada consulta en materia de documentación y promoción del nuevo y complejo escenario que vive hoy Trinidad y el Valle de los Ingenios, necesitados de un pensamiento y un actuar de avanzados y transformadores programas de desarrollo económico y cultural.

Diez años de vida al servicio de tan nobles propósitos la sitúan en la preferencia de culturólogos, historiadores, conservadores, de los trinitarios todos, protagonistas ellos mismos del trabajo en la salvaguarda de una ciudad merecidamente calificada como la Ciudad Museo del Mar Caribe.

NOTAS Y REFERENCIAS

1 Morales Izquierdo, Ramsés: «Tornapunta, nueva escuela gráfica en Trinidad», en revista Tornapunta, No. 8, página 32.

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