Urbanismo
Más
de medio milenio de historia describe a una ciudad que por sus
características la hace destacar entre otras. Su singularidad y
excepcionalidad le confiere una connotación única: Trinidad, la ciudad
museo del Caribe.
Posee un trazado irregular, de trama urbana compacta, con líneas de
fachada continuas o en tiras, prevaleciendo así la medianería. En la
parte histórica se observan calles estrechas y empedradas,
morfológicamente atractivas y estructuradas a partir de una red de
plazas, plazuelas y otros espacios públicos que propician las
actividades culturales y permite el desarrollo de la vida en comunidad.
Esto genera visuales de gran interés: las plazas y plazuelas, las
perspectivas que cierran algunas calles al quebrarse y la permanente
relación con el mar y las montañas.
Entre los principales espacios públicos destacan las plazas dentro
del límite del Centro Histórico (Mayor, Carrillo, Tres Cruces, Jigüe y
Santa Ana), casi siempre asociadas con la ubicación de las iglesias
(Santísima Trinidad, Paula y Santa Ana), las pequeñas plazuelas
(Segarte, Tres Palmitas, Cándamo, y San Francisco) y la escalinata;
espacio cultural por excelencia para socializar y disfrutar de buenas
opciones culturales. Fuera del límite encontramos otros espacios
públicos como el parque de Los Mártires y Punta Brava. Además la Alameda
de Concha, avenida que conecta a la ciudad con el mar, destacando así
su valor paisajístico.
Morfología urbana y arquitectónica
Sus características urbanas fueron definidas desde el siglo
XVIII: trazado semiradiocéntrico condicionado por la abrupta topografía
y una arquitectura de mediana escala, concentrándose las edificaciones
más notables alrededor de un sistema de plazas y plazuelas que hicieron
muy singular su morfología urbana. En el siglo XIX alcanza su
consolidación económica a través de la industria azucarera y su
comercio, lo que trajo consigo un mayor desarrollo urbano, producto del
proceso constructivo que la ocupó durante todo el siglo XVIII y hasta
bien entrado el siguiente siglo.
Durante los años de dominación
española el patrón morisco fue adaptándose a las nuevas condiciones de
la villa y al modo de vida impuesto, dando lugar a tipologías que
respondieron al momento histórico y al hecho arquitectónico,
definiéndose en el siglo XIX un conjunto de viviendas, homogéneo y
uniforme, insertado en un trazado urbano espontáneo de plazuelas y
calles empedradas.
Las 1 357 casas de mampostería y tejas que ya existían en las
primeras décadas del ochocientos fueron completadas con servicios
urbanos como el alumbrado público de gas, el empedrado de calles
importantes y la construcción de un parque de recreo en la Plaza Mayor,
entre otros.
En la segunda mitad del siglo XIX, Trinidad comenzó a sufrir una
gran crisis económica con receso total de la actividad comercial. Este
período de decadencia y estancamiento económico provocó la paralización
de toda acción constructiva y el aislamiento de la ciudad del resto del
país, condición propicia para sumir en el olvido a esta antigua villa.
Durante la etapa republicana no hubo aportes al crecimiento de la ciudad
y el centro cívico y comercial continuó siendo el mismo del siglo XIX,
la Plaza de Carrillo.
Sociedad
Importante
reservorio de manifestaciones de la cultura material e inmaterial,
atesoradas por varias generaciones de trinitarios, durante poco más de
tres siglos, ha permitido a las actuales generaciones de culturólogos y
promotores culturales gestar las políticas y programas diseñados para su
recuperación. La Oficina del Conservador, desde su creación patrocina
numerosos proyectos diseñados para tales fines en manifestaciones como
las artes del barro, la música, las artes plásticas y las danzas.
La celebración de la Semana de la Cultura, nacida en esta ciudad en
1974 y generalizada a todo lo largo y ancho del país un poco más tarde,
sirve de colofón a las actividades por la fundación de la villa en la
segunda semana de enero. Marcadas por una genuina expresión popular las
celebraciones por la Semana Santa: de la Santa Ana el 26 de julio, las
festividades de la Santa Elena en el poblado marítimo de Casilda el 18
de agosto, Apóstoles San Pedro y San Palo el 29 de junio y la fiesta de
la Cruz de Mayo el 3 de ese mes en el poblado rural del mismo nombre, y
otras conmemoraciones de los Santos Patrones de diversas expresiones del
sincretismo religioso afrocubano, San Antonio el 13 de junio, la
Candelaria el 2 de febrero, la celebración del 17 de diciembre día de
San Lázaro en el barrio de Condado, el 4 de diciembre con la festividad
de Santa Bárbara.
En los últimos tiempos, y como parte de la apertura económica, se
han abierto una importante red de restaurantes y cafetería con
atractivos diseños en su presentación y variedades de platos de la
comida tradicional cubana y trinitaria.
La rehabilitación de la vivienda en el Centro Histórico ha estado
acompañada de diversas acciones dirigidas a lograr una conciencia
colectiva sobre la necesidad de la conservación del patrimonio en que
viven.
Actualmente se trabaja en mantener el carácter habitacional ya que
con la apertura de numerosas galerías, puntos de venta de artesanía,
expendio de gastronomía ligera, restaurantes y otros servicios
destinados fundamentalmente al turismo se ha modificado sensiblemente
las funciones de los espacios en las viviendas de las áreas de máxima
protección.
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