En el Centro Histórico de Trinidad se desarrolló un serio trabajo de estudio y recuperación de sus principales exponentes patrimoniales, como resultado de la temprana política de conservación y restauración de importantes inmuebles de alto valor patrimonial. Fue esta una etapa en que los procesos de rectificación y reorganización de la economía limitaron las asignaciones de recursos, en particular los que requerían de moneda libremente convertible para su adquisición. Por otra parte en 1987 comienza un programa de inversiones dentro de la zona histórica, con el fin de crear una infraestructura de servicios que complementara la oferta del producto turístico “Trinidad”.
Comenzando la implantación de ese primer Esquema de Desarrollo Turístico se produce en 1988 la Inscripción de Trinidad y su Valle de los Ingenios en la Lista del Patrimonio Mundial como “conjuntos arquitectónicos ilustrativos de un significativo período de la historia y ejemplos eminentes de cultura y hábitat humanos tradicionales”. (1) Se requería por lo tanto un nuevo Programa de inversiones para el Desarrollo Turístico que ampliara su área de influencia hacia el tejido urbano, ya que las inversiones turísticas provocaban un marcado desequilibrio entre los Programas de Conservación Urbana que ya estaban conceptualmente definidos y las intervenciones puntuales en el sector terciario.( 1 )
En estas condiciones llegaron los años 90 con la responsabilidad de encontrar un nuevo modelo de gestión que solucionase integralmente la rehabilitación del patrimonio, en un contexto de escasos recursos y creciente demanda turística.
Trinidad se convirtió en uno de los polos turísticos más visitados de Cuba y en 1995 la cifra de visitantes extranjeros alcanzaba los 135 467 turistas anuales alojados, además de los visitantes por un día, por consiguiente, crecieron los impactos del turismo sobre una población de 40 000 habitantes en el área urbana.
Los retos a enfrentar fueron los siguientes:
• Una imagen urbana deteriorada.
• Desconocimiento de la población y de las autoridades locales para enfrentar la problemática.
• Tergiversación de valores culturales.
• Obsoletas redes de abasto y de evacuación de desechos sólidos.
• Atraso tecnológico en las comunicaciones.
Se hizo apremiante establecer nuevas políticas de conservación encaminadas a disminuir los impactos que cada día podían ir en aumento con el fin de:
I. Proteger el patrimonio construido a través de un Plan Integral de Rehabilitación concebido de manera nivelada entre la conservación de los valores culturales y los intereses socio– económicos del territorio.
II. Mantener el carácter residencial del Centro Histórico con la permanencia de la población, propiciándole mejores condiciones de habitabilidad.
Con la experiencia positiva de la Habana Vieja y su Oficina del Historiador, el Estado cubano decidió aplicar ciertos conceptos a través de un nuevo Decreto Ley, adaptado a las condiciones propias del carácter municipal que posee Trinidad, surgiendo así el actual Modelo de Gestión.
A partir de las políticas trazadas fue necesario:
1-Crear una entidad responsable y coordinadora de la gestión patrimonial.
2-Elaborar directrices y estrategias a través de un Plan Maestro.
3-Promover la participación social y ciudadana en el proceso de recuperación integral.
El Plan Maestro se conformó en 1996 y posibilitó al momento de la aprobación del Decreto que se contara con un instrumento de planificación con las estrategias y acciones del Programa de Rehabilitación Integral.
Las principales directrices del Plan Maestro fueron:
• La conservación extensiva, desplegada por barrios y siguiendo el trazado del sistema de plazas con sus ejes principales de conexión.
• Integración de los intereses comunitarios con el desarrollo del turismo en la región.
• Mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes y del medio ambiente.
• Búsqueda de un proceso financiero sostenible y autosustentable a partir de los propios recursos.
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