La independencia en Trinidad

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El 3 de diciembre de 1898 el General Lino Pérez y el Brigadier Juan Bravo, rodeados de su Estado Mayor, subieron al frente de sus fuerzas por el barrio La Barranca, de Trinidad, en correcta formación y tomaron por la entonces calle Nueva, conocida hoy, gracias a ese hecho histórico, como la calle Independencia. Cuando se cumplen 122 años del suceso, este artículo repasa los hitos del independentismo trinitario en la época colonial.
Silvia Teresita Angelbello Izquierdo*
Como en el rostro humano quedan impresos emociones y actos, así perduran en los muros de la ciudad los ideales y gestas libertarias de sus hijos. Una palabra escrita en dos carteles —separados en el espacio por la distancia que va desde el centro de la ciudad al perímetro urbano; y en el tiempo, por casi un centenar de años—; dos veces grabada por incisión en una plancha de bronce y modelada al relieve sobre otra de metal menos valioso; repetida en un texto escrito originalmente sobre papel y colocada en el lugar más concurrido de Trinidad y en la calle de acceso desde el valle del río Táyaba; aparece hoy en una placa que tiene el rango de monumento conmemorativo y, utilitariamente, para nombrar una calle: Independencia.
Palabra clave que puede tener un contenido semántico ambivalente: Independencia social, económica política… Depende del contexto epocal, social, geográfico, o de todos a la vez. Independencia proclamada, Independencia como opción elegida, Independencia excluyente, Independencia como condición antagónica y requisito de vida o muerte. Independencia como grito de rebeldía. Independencia como ideario separatista. Independencia como eco de movimientos emancipadores del yugo colonial en la América hispana. Independencia como señalización e identificación vial. Independencia como ruta, camino, orientación… Independencia: Palabra en dos carteles urbanos apenas advertidos, que me ha llevado a la afirmación inicial y a escribir este artículo pensando en Trinidad de Cuba, ciudad donde la escala humana de su arquitectura doméstica tradicional es el rasgo distintivo predominante.
Privada de la magnificencia otorgada por edificios civiles o religiosos relevantes, esta ciudad (…) cautiva desde lejos, sea por mar, tierra o aire; y yace acunada en las faldas del cerro del Vigía, centinela que durante muchísimos años la protegió de corsarios y piratas y de barcos de guerra enemigos de España, además de anunciar la llegada a puerto de embarcaciones portadoras de noticias del mundo exterior, con mercancías, maquinarias, alimentos, materias primas….
Porque la Trinidad, por su ubicación geográfica en la costa sur, al centro de la isla de Cuba, concebida como ciudad marítima de puerto fluvial, fue asentada algo distante de la costa, cercana a las márgenes del río Guaurabo —en lugar elevado, sano y fuerte— que, en su desembocadura, fue la vía preferencial para la comunicación con el resto del mundo.
Volcada hacia el mar, y por él, hacia el mundo, la realidad de los cercanos pueblos americanos resultaba de fácil y rápido alcance para los trinitarios, lo cual testimonian numerosas fuentes documentales atesoradas en los archivos históricos. Por mar, las noticias de las gestas libertarias americanas de los países del circuncaribe llegaban continuas y directas; arribaban a las costas trinitarias encontrando eco en sus hijos.
Es conocida, aunque aún no suficientemente estudiado por la historiografía cubana de nuestro tiempo, ni siquiera por la regional o local, la existencia de varios movimientos conspirativos en la región trinitaria a partir de los años veinte del siglo XIX. Se nos escapa todo el alcance y la connotación que tuvieron en su momento, incluso la trascendencia o presencia de esos tempranos intentos de independencia en el devenir histórico y en las luchas libertarias de la segunda mitad del siglo. ¿Cómo tempranos fracasos ocurridos en momentos en los que aún no había fraguado el independentismo —no podía fraguar— influyeron en el pensamiento y quehacer político de los trinitarios que llegaron después? Esta y muchas otras, son preguntas que están por responder.
Es necesario un estudio con un enfoque transdisciplinario que vaya más allá de la mera historia económica y/o política de la localidad, un análisis de la mentalidad de aquellos hombres, de la sociedad existente, más allá de la dicotomía amo –esclavo, plantación– dotación. Se impone, en primer lugar, adentrarse en la identidad desconocida del negro de la plantación azucarera en Trinidad, conocer la génesis del surgimiento de los poblados que fueron ocupando el territorio, la de los hombres que aún en los principios del siglo XIX, y en los mediados, formaban unidades multiétnicas coexistentes en tiempo y generalmente cohabitantes en espacio, unidas por yuxtaposición de culturas, castas, sectores sociales e intereses cuando aún no existía el «todo mezclado» que dice el poeta y no había concluido —¿concluye?— el proceso de transculturación que define el estudioso.
Ese es un asunto que excede las páginas de este artículo, y el propósito que guía su escritura. Surge de la palabra «clave» aparecida dos veces en el papel colocado a principios del año 1822 en la plaza del mercado de Paula:
«Biba La independencia por la razón o La fuerza Señor ayuntamiento de trinidad independencia o muerte».1
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La historiografía cubana afirma que ese fue el primer cartel político colocado en un sitio público en la Cuba colonial. En él se reclamaba la independencia apelando a la razón, clarísima referencia al influjo del pensamiento burgués de la Revolución francesa, también muy presente en el ideario americano; mientras que el lema de «Independencia o muerte» presidiría las luchas separatistas en Cuba por todo el resto del siglo.
El papel escrito con la formidable consigna lanzada en una ciudad, geográficamente equidistante de las dos mayores ciudades cubanas, pero obviamente no ajena a los acontecimientos políticos de su tiempo, está guardado en el Archivo Nacional de Cuba.
Pero, si bien es cierto que en el mes de diciembre de ese año 1822 en las calles de la Habana, se escucharon por primera vez en Cuba gritos de «Viva la Independencia», en Trinidad ese anhelo y reclamo le precedieron y han quedado grabados en bronce y colocado en la fachada de la iglesia de Paula, en el lugar donde se puso originalmente.
Al evaluar tales acontecimientos, es necesario tener presente que hacía tan sólo dos años que Fernando VII había restablecido el sistema constitucional en España; que en sus colonias de América las revoluciones de independencia estaban en marcha; que en la «Siempre fiel Isla de Cuba» se había implantado rápidamente el régimen constitucional y que esa fue una «época de agitaciones políticas, de periodismo escandaloso y de desórdenes de todo género».2
En Trinidad, nada ajena a lo que ocurría en España y mucho menos en la Habana y el resto de la Isla, la historiografía local recoge muy sucintamente una conspiración conocida por la de 1823, y señala como sus líderes a José Aniceto Iznaga y Borrell y al Dr. José Hernández Cano. Era el año de la Conspiración de los Soles y Rayos de Bolívar vinculada al movimiento bolivariano, descubierta en La Habana —con amplia red organizada en logias masónicas homólogas de la habanera de Los Soles, en Matanzas y Camagüey.
A juzgar por lo sucedido con la conspiración de Trinidad y las gestiones de José Aniceto —en lo personal y en representación de un grupo de emigrados— en búsqueda de apoyo con el Libertador suramericano, aquella Conspiración del 23 bien pudo estar vinculada con la de los Soles y Rayos de Bolívar. Lo que sí nos parece evidente, es el ideario independentista de los próceres trinitarios en ese momento, aunque ambas suposiciones requieren ser investigadas y documentadas, así como la magnitud del asunto en Trinidad.
En las décadas siguientes, y antes de la guerra de 1868, se organizaron y desarrollaron otros movimientos conspirativos, en los cuales parte de sus hijos, lastrados por sus intereses clasistas y económicos, optaron por militar en los movimientos libertarios afiliados al anexionismo, volcados hacia la Norteamérica todavía esclavista, o al reformismo, en una ilusa confianza en las promesas de la Madre Patria.
El 3 de diciembre de 1898 el General Lino Pérez y el Brigadier Juan Bravo, rodeados de su Estado Mayor, subieron al frente de sus fuerzas por la Barranca en correcta formación y tomaron por la entonces conocida calle Nueva. Así desfilaron por Trinidad las tropas mambisas, recibiendo el aplauso de su pueblo. Allí iban sus mejores hijos. Había terminado la guerra contra el régimen español. La entrada de las fuerzas del Ejército Libertador en Trinidad cierra un ciclo y abre otro.
El cartel de la calle de la Independencia señala el final de un periodo. Resume las luchas emancipadoras del colonialismo español y señala el camino, la dirección a seguir: la Independencia.
*Filóloga, iniciadora de los trabajos de conservación del Centro Histórico. Se desempeñó durante varios años como Directora del Museo de Arqueología Guamuhaya. Este año se publicará, por Ediciones Luminaria, el libro Trinidad precolombina y colonial, del cual es coautora.
** Este artículo fue publicado originalmente en la revista Tornapunta no. 3 Verano 2008.
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Fuerzas mambisas en Trinidad tras la rendición española. Foto: Archivo Casa Malibrán.
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NOTAS Y REFERENCIAS
1 La tarja de bronce es facsimilar. Tiene las dimensiones, la grafía y la ortografía del documento original.
2 Fernando Portuondo del Prado: Historia de Cuba; t-I, p. 281, Ed. Nacional de Cuba, Editora del Consejo Nacional de Universidades, La Habana, 1965.
BIBLIOGRAFÍA
- Ibarra Cuesta, Jorge: Varela el precursor. Un estudio de época, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 2004.
- Marín Villafuerte, Francisco: Historia de Trinidad, pról. Rafael Rodríguez Altunaga, Jesús
- Montero, editor, La Habana, 1945.
- Portuondo del Prado, Fernando: Historia de Cuba, 3 tt., t–I, Ed. Nacional de Cuba, Editora del Consejo Nacional de Universidades, La Habana, 1965.
- Torres-Cuevas, Eduardo: «De la Ilustración reformista al reformismo liberal» en Instituto de Historia de Cuba: Historia de Cuba. La Colonia; t–I, cap. VIII, Editora Política, La Habana, 1994.
- Venegas Arbolaez, Bárbara Oneida: «Bosquejo histórico de Trinidad Colonial» en «Historia del Municipio de Trinidad», cap. II, 2000. (Inédito)
- Venegas Delgado, Hernán: Trinidad de Cuba: Corsarios, azúcar y revolución en el Caribe, Editorial Linotipia Bolívar, Bogotá
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