Mujeres conservadoras de ímpetu y dedicación

María Antonia Turiño Pérez
El papel de la mujer trabajadora en la sociedad cubana se fortalece cada día. La Oficina del Conservador de Trinidad es una institución representativa de esto, ya que el 75% de sus empleados corresponde al género femenino. El alcance de esta cifra constituye un claro ejemplo de entrega y esfuerzos, pues cuando se habla de conservadoras, se alude a arquitectas, ingenieras, licenciadas, técnicas, administradoras y trabajadoras en general, que hacen del Conservador de la ciudad un mejor lugar.
Ellas no se conforman, sino que emprenden proyectos de envergadura. Algunas de las obras más importantes de la Oficina han tenido a mujeres bajo su cargo. La ansiedad de perfeccionamiento prevalece y varias de esas féminas forman parte de los puestos directivos por su desempeño eficaz y responsable.
Las conservadoras realizan con vigor cualquier función encomendada, ya sea frente a una computadora o encima de un andamio, calculando presupuestos o supervisando la restauración de un edificio. La disposición las caracteriza.
No obstante, la inserción femenina en estas áreas no es algo nuevo, porque desde la fundación de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana se ha logrado concentrar un elevado número de mujeres para desarrollar este tipo de labores.
Eusebio Leal Spengler confió firmemente en sus discípulas, en su potencial. Aseguró que, por cuestión y convicción, están donde deben. Para él fue muy importante estar rodeado por mujeres de valor probado que presumía con orgullo. Este pensamiento está expresado en el documental “Leal, insuperablemente fiel” —dirigido por Omelio Borroto Leiseca—, sobre ellas declaró, también:
Esas colaboradoras (…) son mujeres de mérito propio que yo no llamé por razón de género, aunque soy un defensor del género y lo soy porque ellas han demostrado una capacidad, una sobriedad, un sentido del deber extraordinario (…) Cuando se entenebrece el juego son de una osadía y de una capacidad de lucha enorme (…) eso lo reconocí por primer lugar en Silvia, mi madre (…).
A la mujer conservadora nunca le falta pasión por lo que hace, sino que va siempre desbordada de entusiasmo. El rol de todas es importante, por ende, digno de admiración y respeto.