7 de septiembre para la patrona de los mares

Lorena Lorenzo Gómez

La casona de Real del Jigüe 54 ha sido por tres generaciones el hogar de la familia Bravo Vega, quienes son los encargados de resguardar a la virgen de Regla, o Yemayá en el panteón yoruba. El inmueble del siglo XVIII sobresale por sus imponentes verjas de hierro y paredes pintadas de blanco y azul, colores alegóricos a la patrona de mares y pescadores.

Por más de 20 años cada 7 de septiembre la Virgen ha salido en precesión, pero mucho antes ya se encomendaban a ella marineros en busca de buenos augurios para su travesía. La imagen esculpida en maderas preciosas y vestida con refinados atuendos no es lo único que atesora el templo de Yemayá, como lo conocen hoy personas de todo el mundo; un conjunto de reliquias religiosas de valor arqueológico fueron encontradas en la segunda crujía de la casa colonial y expuestas a visitantes locales y foráneos.

Su hallazgo se atribuye a la revelación en sueños que se le hizo a Israel Bravo Vega, actual propietario de la casa-templo, cuando apenas tenía 13 años. Todavía recuerda el día que su padre echó la pared abajo tras mucha insistencia y para su sorpresa encontró un conjunto de piedras perfectamente moldeadas, entre ellas artefactos que se utilizaban para la pesca, piedras petaloides y hachas pertenecientes a los aborígenes del territorio. Además, un ánfora con monedas de oro, vasijas de barro, entre otros objetos, todos asociados al culto a los Orichas.

El descubrimiento despertó el interés de Armando Hart Dávalos, quien convirtió la casa en templo. Desde entonces personas creyentes y no creyentes acuden por su valor cultural y religioso por ser este un exponte representativo del sincretismo religioso en la isla.

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